EL IMPERSONAL
1ª Intervención
Junio 2016
Soy el Camino y la
Verdad de la Vida. Yo soy tú. Ningún «yo» puede nombrarme y sin embargo, siendo
tú, me dirijo a ti. En el silencio de tu corazón no te pares en las palabras,
porque todo es Uno y Uno es todo. Tú, dondequiera que estés, girándote hacia el
Misterio, soy el Silencio y soy el Verbo.
Soy cada uno de vosotros,
dirigiéndose hacia sí mismo, en la verdad del Amor, en la Verdad de la Vida.
Soy tu voz, como soy toda voz, y hablo en ti el Verbo de Vida, con el fin de
que veas, más allá de tu «yo», más allá de tu Corazón y más allá de tu Ser.
Soy la Dicha que brilla
más allá de toda pena. Soy el Único porque yo soy tú.
A través de mis
palabras, no hay diálogo sino esencialidad. Soy todos tus tiempos, englobando,
en el mismo Único, pasado, presente y futuro. Vengo a vibrar en ti el canto de
vida de tu resurrección. No estoy inscrito en ninguna forma, como en ningún
nombre, y sin embargo llevo todos los nombres, como tú, como cada uno. No vengo
a invitarte a celebrar, sino que vengo simplemente a estar ahí, aquí o en otra
parte, allí donde estas, allí donde te identificas.
Vengo a mostrarte, por
nuestra presencia unida, la Unidad del Amor, que no es tributaria de ninguna
forma ni de ningún límite. Me dirijo a tu humanidad, a tu ilimitado.
Estoy inscrito en ti,
desde la primera forma que tomaste, hasta el último juego de tu propia
conciencia. Estoy a la vez en todas partes y a la vez en ninguna parte, esto
sólo depende de ti.
Vengo a darte - y a
devolverte - a ti mismo, bien después de tu forma como antes de toda forma. Soy
lo que informa la vida. No me limites en nada, porque nada te limita. Soy lo
que habla en ti cuando el cuerpo y la cabeza guardan silencio. Soy el Verbo de
lo Verdadero y de lo Infinito. Soy lo que anima tu soplo y tu sangre, bien más allá
de toda carne y de todo Êtreté. Soy el Principio que no conoce otro principio
que el conjunto de los posibles e imposibles.
Te permito de escuchar
la llamada de tu Corazón y de tu Eternidad.
Vengo a deponer todas
las cargas. Vengo a elevar lo que merece elevarse.
Soy a la vez la
Presencia y la Ausencia. Soy el Amor y todos sus posibles. No tengo ninguna
forma, y sin embargo estoy presente en toda forma y en toda vida.
Soy la conciencia
infinita que se termina ella misma, sin haber jamás comenzado.
No olvides que las
palabras que se dicen en este instante son tus propias palabras; escúchalas, y
sobre todo vívelas. Soy la Gracia en acción y soy lo que subyace a la Gracia.
Recuéstate y descansa en tu Eternidad. Deja sitio libre a
la infinidad de los mundos, a la infinidad de las formas.
Pongo fin así a la
noción misma de distancia. Soy todos los tiempos y no conozco ningún tiempo.
Soy el aliento de vida de tu corazón, y no olvides que tú eres yo, en un
espacio en el que no puedes percibir ni imaginar que estemos tú y yo, a fin de
que sólo quede el Uno, en el Amor.
Estamos juntos en
unión, donde ninguna comunión puede ser discutida. Soy la Evidencia cuando el
efímero se calla. Estoy allí donde pones tu vista, estoy allí donde tú estés.
En lo íntimo de tu Corazón me asiento.
...Silencio …
Soy el conjunto de la
bóveda estrellada. Soy el conjunto de lo que toca tus pies y tus manos.
Nada me pertenece, nada
poseo.
...Silencio …
Soy el fulgor de la
flecha que toca tu corazón sin herirte, no quitándote nada. Soy aquel que rinde
gracia en el silencio de tu Corazón cuando estás en la verdad, cuando nada se
opone a la claridad y a la evidencia.
...Silencio …
Vengo a la vez a
tomarte y a devolverte a la Verdad.
Soy aquel por el cual
te ves en la mirada interior, en la mirada del corazón, allí donde no existe
ningún límite ni frontera.
Soy lo que se consume
en silencio o lo que quema con ardor, en el centro de tu ser. Estoy en cada una
de tus extremidades. Soy Uno.
Reemplazando el «yo»
por el «tú», te aparece entonces la fatuidad de toda distancia y de toda
separación.
...Silencio …
Acoge y recibe el don
de la Vida y el don de la Gracia, tú, el primer y último viviente.
Desagrego el último
cimiento de las ilusiones de tu mundo exterior, haciéndote llevar tu mirada
hacia el corazón de tu ser donde no existe ninguna condición ni ningún límite.
Vengo a nombrarte por
tu nombre de Eternidad, en este espacio donde nada más es necesario sólo el don
de ti a mí. Soy lo que no puede ser desunido ni deletreado.
...Silencio …
Soy la libertad del
Espíritu.
Soy tu Cielo interior y
tu Tierra interior.
Acércate hacia ti.
Escucha, escúchate porque todas mis palabras sólo son tus propias palabras,
resonando al unísono.
...Silencio …
Y ahí, en el silencio,
la flecha del Amor sigue su obra, alcanzándote en lo íntimo de tu vida.
...Silencio …
Estoy ahí donde tu estás,
en el Aquí y Ahora. En el centro de la cruz que eres.
En este espacio que no
es más un espacio, en este tiempo que no es más un tiempo, me dirijo a ti.
… Silencio…
Vengo a besarte, pero
para ello no necesito ni de brazo ni de gesto, no necesito de pruebas, sólo
necesito de ti y de mí. Me pierdo en ti como tú te disuelves en mí, ahí donde
nada se pierde y donde nada se crea. En el secreto de tu Corazón brota la Luz,
ella eres tú, como yo soy tú.
En este Corazón, no hay
otra prueba que lo que vives. No hay necesidad de argumentos cualesquiera que
sean.
… Silencio…
Se tú mismo, sin
máscara y sin falso pudor. Tú que trasciendes toda memoria y toda historia, te
bendigo a cada soplo y te amo, grites lo que grites o digas, porque ninguna
palabra puede frenar el poder del Amor.
Te doy a ver, más allá
de tus apariencias, la verdad de tu belleza. Te doy a escuchar el canto de las
estrellas. Te doy a vivir lo que quieras vivir.
… Silencio…
Eres mi niño como soy
tu niño, somos hermanos de toda eternidad, hermanos de espíritu, hermanos de
verdad. Escucha bien, más allá de mis simples palabras, a la Verdad Una y única
que no depende de ninguna forma ni de ninguna dimensión. Soy tu libertad, tu
independencia y tu autonomía.
Soy el día que jamás
puede acostarse, como soy el alba que se levanta cuando el horizonte de tu
corazón te aparece y te toca. Soy la Gracia del Amor, pero ante todo soy tú. No
hagas de eso un asunto personal, sino vívelo, en la sencillez.
… Silencio…
Escúchate y mírate.
En nuestra presencia
Una, no hay nada que justificar ni que explicar. Reencuéntrate y me
encontrarás.
… Silencio…
No te pares en las
palabras, ve mucho más allá. Únete al silencio y quédate libre de toda atadura
y de toda morada. Nada te pertenece porque todo eres tú.
Nada más puede ser
separado o eliminado.
… Silencio…
Y aquí, en este
silencio de nuestra Presencia Una y unida, habla el Verbo de creación, el Verbo
que ondula en la frecuencia primordial del Amor y en cada armónico.
… Silencio…
Ven a danzar la danza
de tu resurrección. Te espero porque ya no tienes nada más que esperar, no
tienes nada más que retener. Atraviésate a ti mismo y atraviesa así todo lo que
te encadena, porque esas cadenas no son nada más que lo que creíste, que lo que
esperaste, con temor o inestabilidad.
… Silencio…
Sonríeme como te sonrío
y quedémonos ahí, unidos en la Eternidad.
… Silencio…
Olvida todo y acuérdate
del Único que Eres.
… Silencio…
Sonríe conmigo en lo
inefable del Amor, en lo inefable de la Vida. Olvida la muerte porque en la
verdadera vida, ninguna muerte está presente. Todo cambia y todo se transforma
a la medida de tu medida, a la medida de tu tiempo, a la medida de tu
conciencia.
… Silencio…
Y aquí, en el silencio,
lo que aun te parece que debe ser alumbrado se alumbra a sí mismo, porque entre
tú y yo, no puede existir nada de oscuro.
… Silencio…
En el silencio y en la
paz que nada puede alterar, tú te esperas, sin espera y sin demora. Abiertos el
uno al otro, abiertos para siempre, la flecha lanzada sigue su obra, obra de
salvación y de verdad.
Cúbrete con la humildad
verdadera que descubre todo en ti.
… Silencio…
Escúchate no en los
miedos y los gritos de lo que sólo pasa, sino escúchate en el canto de tu
Eternidad.
… Silencio…
Recoge, cosecha y
recoge tu rosa eterna y su perfume, colmándote de gracias, de beatitud y de
agradecimiento.
Reencuentra lo que
eres, lo que nunca ha sido perdido, lo que nunca ha desaparecido, lo que
siempre estuvo allí. Acepta ver la verdad, sin maquillaje y sin velo, de tu
Corazón de Eternidad, de tu Corazón de Amor.
… Silencio…
Vivamos juntos, tú y
yo, nuestra común bendición, homenaje a la Gracia y celebración de la Vida, sin
barreras ni frenos.
… Silencio…
Acércate a mí lo más
cerca posible y lo más íntimamente porque ahí donde estoy, tú estás.
Vívelo, si tal es tu
libertad, si tal es tu verdad.
En el Fuego del
Espíritu, estamos unidos y liberados…
… Silencio…
… a fin de que nunca
más te cierres a ti mismo, a fin de restaurar la Dicha Eterna de la conciencia
y del Amor.
… Silencio…
Soy a la vez masculino
y femenino, soy el andrógino que no reconoce ningún sexo ni ninguna polaridad,
acogiendo sin embargo el conjunto de las polaridades en su manifestación, en su
Presencia como en su Ausencia.
Vengo así a solicitarte
y a rogar tu Corazón.
… Silencio…
Soy el Despertar y el
desvelo como soy el final de todo errar. Soy a la vez tu pregunta y tu
respuesta en toda interrogación y en toda vacilación. Soy la certeza de lo que
no puede ser elegido ni debatido.
… Silencio…
Vengo a secar tus
lágrimas, como vengo a humedecer tus ojos, a fin de que se abran a ti mismo.
Amate en la medida en la cual te amo, la que no conoce ni medida ni desmesura,
sino sólo la evidencia del Amor.
Escucha, escucha la
Verdad a la que no le importa tu historia, ni la de los juegos y personajes que
interpretaste, y que sólo retiene la belleza de tu Corazón, independiente de
todo ornamento y de todo adorno.
… Silencio…
No me nombres porque
soy tú, más allá de tu nombre y más allá de tu forma.
… Silencio…
Allá donde estuviste,
aquí como en otra parte, yo estaba allí. Ahí donde estás, yo soy, y allí donde
estarás, yo estaré.
… Silencio…
Permítete de ser
verdadero. Permítete de estar allí conmigo.
Soy lo que buscaste,
soy lo que encontraste.
En la alcoba y el
secreto de tu corazón, estoy presente. No puedo ausentarme de lo que eres.
… Silencio…
No me nombres porque
soy todo lo que podrías nombrar, como todo lo que podrías olvidar.
Acepta el don de ti
mismo a tu propia Eternidad, acepta la evidencia del Amor. Más allá de todo
nombre, de todo salvador como de todo adversario, hay sólo tú, conteniendo la
totalidad de las conciencias de aquí como de otra parte. No tengo nada más que
darte que a ti mismo.
… Silencio…
Deja a tu corazón
llenarse sin límite, de la verdad y de la evidencia del Amor. Deja ser la
totalidad de tu ser en este cuerpo que sólo pasa como en el cuerpo que permanece
en Eternidad. El Amor, no el que puedes nombrar o identificar en este mundo
sino el que está escondido a este mundo, no es culpa tuya, entonces olvida todo
resentimiento, tanto hacia ti mismo como hacia otros, porque cuando todo está
cumplido, todo es devuelto a uno mismo. No tienes nada que perdonarte porque tú
mismo eres el perdón.
… Silencio…
Ve más allá de mis
palabras y percibe, sin límite y sin maquillaje, la verdad Una de la Vida. Todo
es Uno y el Uno es todo.
Entonces en cambio te
pido tu bendición. Dame la Gracia, muéstrate tal como eres, tal como fuiste y
tal como serás en Eternidad. No esperes nada, todo ya está allí, en mí, en ti,
entre tú y yo, tú el amigo, el amado, el confidente, tu el Hijo Ardiente del
Sol, Sol también.
Aquí abajo como aquí
arriba, Todo es Uno pues Uno es Todo.
Mientras que el Coro de
los Ángeles, animado por la flecha que lancé a tu Corazón canta en el silencio
de tu corazón, canta también tú, el ángel de corazón y el ángel del corazón.
Imprégnate de mí, como
me impregno de ti, ahí donde nace el perfume de la rosa y el perfume de la
Eternidad, donde todas las fragancias están presentes.
… Silencio…
¿Estás allí?
… Silencio…
En la copa sagrada,
recojo tu Corazón, consagrándote así rey único del Amor, rey único de la
Verdad.
Humildemente vengo a
rogarte de ser tú mismo, humildemente me deposito en ti. Soy tu cuerpo, soy tu
sangre.
… Silencio…
Escucha sobre todo entre
las palabras, porque es ahí donde tu corazón entiende, él, el que Conoce, él,
la Infinita Presencia.
… Silencio…
Escucha el Verbo de tu
corazón expresarse en tu íntimo, allí donde estoy.
… Silencio…
Escucha el silencio,
escucha la onda de Amor llevada por el Verbo y por el silencio.
… Silencio…
Allí, estás en tu casa,
en tu morada de eternidad, en tu Morada de Paz suprema.
… Silencio…
Allí, cuando no hay más
que el Amor, entonces todo está dicho. No hay nada a repetir, no hay nada a
discutir, no hay nada a predecir.
… Silencio…
Escucha tu Corazón
porque sólo él tiene el «hablar en lenguas», porque sólo él dice la verdad.
… Silencio…
No acabé de hablar pero
de momento me callo, a fin de dejarte saborear el néctar de Vida.
… Silencio…
Así, en cada palabra de
mi Presencia y de tu Presencia, me propongo de ayudarte a reencontrarte
plenamente, sin límites y sin restricciones. ¿Quieres hacer esto conmigo y en
mí?
Te invito desde ahora
en adelante, a cada soplo, a cada mirada y a cada experiencia, a rememorar
estas palabras y estos silencios.
Así, en cinco días de
tu tiempo contado en esta tierra, nos propongo de acompañarte a ti mismo, en el
Amor.
… Silencio…
Te digo entonces hasta
el próximo día que se elevará mañana, con el fin de resembrar lo que te dije en
este día. La Onda de Vida tal vez ya esté cantando en ti la oda a la Vida y a
la Verdad.
Paz a ti. Paz a cada
uno.
… Silencio…
Te digo entonces hasta
mañana, en el segundo día de nuestra unión y de nuestra libertad. Quédate así,
en el silencio, en el recogimiento. Que me hayas escuchado, o que me hayas
leído, poco importa.
Desde el fondo de tu
Corazón te saludo, en el Amor y en la Verdad.
Quédate así, sin
palabras, y así me quedo en ti.
… Silencio…
Cuando quieras , podrás
reabrir tus ojos sobre cada uno de mi y cada uno de ti.
… Silencio…
Quiéreme como te
quiero.
… Silencio…
Esto que te dije en
este día, en estas palabras y en este silencio, es tu primer día.
Bendito seas, tú el
Eterno.
… Silencio…
Te digo hasta mañana, estaré de nuevo aquí, contigo, en lo íntimo de tu
Corazón, en lo íntimo de la Vida. Entonces te rindo gracia y te agradezco.
***