MARÍA
15 de Agosto
de 2016
Soy María, Reina de los Cielos y de la Tierra. Hijos del
Amor, me dirijo a vosotros en este día de la Asunción, no como representante de
la Confederación Intergaláctica de los Mundos Libres, porque como sabéis, hace
muchos meses que todos nosotros nos expresamos con una única voz. Vengo a veros
hoy como María, la que engendró y pisó esta tierra, al igual que los que estáis
en encarnación, habiendo conocido la vida, la muerte y la resurrección.
…Silencio…
No
vengo a anunciaros nada en particular ya que todo lo que es visto en vosotros y
alrededor vuestro hoy, os enseña claramente, si realmente queréis ver las cosas
de frente, que en este momento se viven los tiempos que fueron profetizados a través
de numerosas voces, tanto por el muy amado Juan, como por el conjunto de los
profetas que han recorrido este mundo en encarnación.
Acordaos
antes de nada que todo esto acontece en vosotros, tal y como lo podéis ver en
la pantalla de este mundo. Así que por supuesto, más que nunca, todas las
palabras de los Ancianos, de las Estrellas y de los Arcángeles sólo están aquí para
poneros frente a vosotros mismos, frente al miedo o frente al Amor, con el fin
de asentaros con firmeza en el Amor que borra y trasciende cualquier miedo.
Así
que cada uno de vosotros, cada uno de mis hijos, estén donde estén en esta
tierra, os encontráis confrontados con esta última elección. Ya no se trata de ninguna
asignación vibral, ya no se trata de posicionarse en alguna otra parte que no
sea en el Corazón del Corazón, ahí donde el Amor incondicionado lo trasciende
todo, sino también donde el amor humano retoma todo su sitio y toda su verdad,
y sobre todo toda su eficacia. El conjunto de las circunstancias de vuestras
vidas, sea cual sea vuestra vida y estéis donde estéis, con la edad que sea,
hoy sólo está allí para poneros frente a este dilema, si puedo decirlo así: el
miedo o el Amor. Así, como madre pero también como humana, vengo hoy a
invitaros a aprovechar este periodo de tiempo que se abre a vosotros durante
los últimos meses de este particular año, para asentaros con firmeza en el amor
y dejar que el Amor sea, atravesando cualquier persona y cualquier condición
que tengáis que vivir durante este período.
Por
supuesto, mi hijo, Cristo, es el modelo del Amor. Seguidle, no como se sigue a
alguien sino aceptando sin condición todo lo que os proponga la vida ahora, estéis
donde estéis en el mundo. Porque cada circunstancia de vuestra vida, en cualquier
relación como en cualquier acontecimiento, sólo está allí para poneros, en cada
ocasión, frente a esta elección entre el Amor y el miedo. Ya no se trata de comprender
lo que sea, no se trata de dilucidar ningún elemento desconocido sino más bien de
situaros en el eterno Amor, el que trasciende todas las dimensiones, todos los
tiempos y todos los espacios, y de afianzar lo que sois de manera visible en
este mundo. Oh, no con unas palabras, no con unos discursos, no con unas posturas,
tampoco con unos comportamientos, sino directamente por vuestra presencia afectuosa
hacia vosotros mismos y hacia cada uno, sea cual sea la animosidad, sea cual
sea la satisfacción de la relación o de la circunstancia.
Efectivamente
ha llegado el momento ahora de dejar el sitio a la Verdad. No queda ningún
sitio para las cosas a medias, no queda ningún sitio para el que quisiera
afirmar su persona en detrimento de la Eternidad. La elección entre lo efímero
y la Eternidad concluye ahora con lo que cada uno de vosotros vivís. Que ataña
a vuestro cuerpo, que ataña a los desafíos que vivís, que ataña a vuestra
salud, a vuestra familia, a vuestra profesión, o simplemente a vuestra manera
de vivir, todo es pretexto, todo es ocasión hoy, para instalaros
definitivamente en el Amor, pase lo que pase a vuestro cuerpo, pase lo que pase
con las circunstancias de vuestra vida. La mejor manera de vivir la alegría
hoy, es dejar de querer resolver algo, dejar de ver lo que está mal, si puedo
decirlo así, con relación a la verdad del Amor, sino simplemente dejar esta
Gracia extenderse y desplegarse desde el centro de vuestro corazón, desde el
Corazón del Corazón, y dejar así a la vida colmaros de gracias en cada ocasión,
en cada aliento, en cada circunstancia y en cada relación.
Poner
el Amor delante y en todas partes, ya no es una palabra vana sino una práctica
diaria y de cada instante que os permite, si lo deseáis, vengáis de donde
vengáis, que sintáis las vibraciones, que sintáis las coronas o que no hayáis
sentido nada hasta hoy, la Gracia obra de manera cada vez más evidente en el
momento en que dejáis de resistir, en el momento en que en cierto modo decís Sí
a la voluntad de la Luz, a la voluntad del Amor, y os borráis vosotros mismos,
sin ningún esfuerzo, haciendo que desaparezca vuestra voluntad personal. Seguid
el sentido del movimiento, seguid el sentido de la vida, sed cada vez más humildes
y dejad la Luz hacer lo que tiene que hacer en vuestro cuerpo como en vuestras
relaciones, como en todos los países de este planeta.
Lo
que acontece ante vuestros ojos sólo es el reflejo del miedo. Con los actos más
violentos, con los actos más insensatos que la tierra vive durante este
período, no hay nada más que el miedo. En el Amor, nada de todo esto puede
existir. El Amor viene a poneros a prueba pero también a confortaros a la verdad del Amor. Que sea el amor humano que
conocéis, con su unión, si puedo decirlo así, con el amor incondicionado que,
como sabéis, no depende de ninguna afección sino que responde simplemente a lo
que la vida es, a la Gracia y a la Inteligencia de la Luz. No puede haber otra
salvación que la de vuestra eternidad, de reconocerla en cualquier punto, en cualquier
cosa, en cada minuto de vuestra vida.
Por
supuesto, y tal vez lo habéis vivido, numerosos elementos os fueron comunicados
para acercaros a ello, que sea los contactos con la naturaleza, que sea unas informaciones
más antiguas que os dimos hace mucho tiempo. Hoy, incluso todo esto no debe
preocuparos más, ninguna fecha debe ser buscada, ningún placer debe ser
buscado, si no es el placer del Amor y de la Gracia que se manifiestan
espontáneamente, como lo sabéis, sin ningún esfuerzo y sin ninguna voluntad.
Giraos
hacia vosotros mismos, giraos hacia esta Luz que brilla en el Corazón del
Corazón y que no necesita ser proyectada, sino que es vuestra naturaleza. Si
aceptáis el Amor, si no lucháis contra los miedos – girándoos hacia el Amor–,
entonces constataréis que lo que todavía puede quedar de memorias, de
resistencias o de elementos difíciles, se atenuarán por sí solos, no porque habrán
desaparecido sino porque habréis encontrado el Amor en vosotros, el amor de
vosotros mismos, el amor de la Vida en su totalidad. Ahí está Cristo, no está
en ninguna otra parte.
Por
supuesto, numerosos acontecimientos ocurren cada día en la superficie de esta
tierra, que sean unas modificaciones geofísicas, que sean unos miedos y la
violencia manifestándose, pero también la Gracia y el Amor están ahí, si sabéis
mirar con la verdadera mirada y no la de la apariencia, y no la de la
satisfacción de vuestros deseos o de vuestros placeres. El Amor os colma, no
puede excluir nada ni permitir que nada pueda comprometer lo que sois en
eternidad.
En
este particular día, como en cada día que ahora pase hasta llevaros a lo
ineluctable, sólo está la verdad del Amor. Así que como humana como vosotros,
os invito a rezar cada minuto de vuestra vida, no con la oración estéril de las
religiones sino con la oración del corazón que no necesita de ninguna palabra,
que no necesita de ninguna otra expresión que de acercarse cada vez más a
vuestro centro, a vuestro pecho, a vuestra eternidad. Ahí está el único
recurso, ahí está el único alimento, porque todos los alimentos exteriores pronto
cesarán. Mi Llamada resonará y las Trompetas sonarán en el momento en que la
Gracia lo haya decretado. Pero estad preparados porque Él viene como un ladrón
por la noche, y ahora puede venir cuando sea para cada uno de vosotros, pero
también cuando sea para el conjunto de la tierra, sea cual sea vuestro posicionamiento,
sean cuales sean vuestros miedos, sean cuales sean vuestras vibraciones, sea
cual sea vuestra edad.
Ha
llegado el momento ahora de dejar apagarse todas las creencias, de dejar que se
desvanezcan por la potencia de la Gracia. Acordaos, no tenéis nada que hacer,
ningún esfuerzo, porque el Amor es simple y es simplicidad. No se estorba de ninguna
explicación, de ningún linaje, de ninguna vibración; simplemente está ahí, ahí
donde todo es evidente, ahí donde todo fluye cual una fuente.
Así
estáis llamados a la Gracia, ya no por momentos, ya no como un estado sobreviniendo
en determinados momentos, sino como un estado permanente e indecible, e
indeleble, donde nada puede ser como antes. Así la mariposa emerge; algunos de vosotros
ya vuelan hacia la Eternidad. Vosotros que todavía estáis en vuestra vida aquí en
la tierra, acordaos que lo esencial es el Amor. Ninguna herida, que sea por
dinero, que sea afectiva, no puede impedir que el Amor venga a cicatrizarla, en
el momento en que vuestra conciencia aparte la vista de estas heridas y se gire
en totalidad hacia el amor manifestado, que sea el amor humano, lo repito, como
el amor incondicionado. Todo lo que se presenta a vuestra conciencia, en vuestra
vida, sólo está allí para orientaros, incitaros si preferís, y llevaros ahí
donde está vuestro verdadero sitio, el que no sufre de ninguna limitación de
tiempo o espacio, de ninguna edad, de ninguna condición o de ninguna
suposición.
Hoy
vengo a llamaros, como humana como vosotros, acompañando su creación hasta el
final, a que Cristo obre en vosotros. A que pongáis y que miréis vuestras manos
cada día con una mirada renovada que no depende de vosotros, que no depende de vuestras
condiciones, sino que depende únicamente del Amor. Estad alertas y estad
atentos a este amor. Haced que vuestros ojos y vuestra conciencia sólo vean
cada día el Amor, sean cuales sean las dificultades, sean cuales sean los
sufrimientos de vuestros cuerpos o de vuestras vidas. Sólo el Amor es capaz de
curaros; ninguna ciencia, ninguna medicina hoy es necesaria en el momento en
que el Amor se manifiesta en vosotros desde el centro de vuestro corazón y en
cada una de vuestras células. Ahí está la única alegría, la que nunca se acaba,
la que nunca se apaga.
Así
que no voy a comunicaros nada nuevo sino más bien animaros a vivir los
acontecimientos que sean, de vuestra vida como a nivel colectivo, con la misma
intensidad y sobre todo con el mismo amor. Independientemente de cómo os alcance
u os afecte, el Amor crecerá siempre en el momento en que os volvéis hacia el,
en el momento en que vuestra oración silenciosa os acompañe en cada mirada y en
cada respiración que tengáis en este mundo. Acordaos, de una manera más
evidente que nunca, sin buscar, sin reflexionar, que el Amor es la respuesta y
que éste es el mismo para cada uno de vosotros como para un Arcángel, como para
la vida más minúscula en la tierra. Sin amor, vais a vivirlo si ya no es el
caso, no hay ninguna posibilidad de Eternidad. El Amor es ahora el bálsamo que
colmará todo lo necesario.
Acordaos
que esto es muy simple y que el efímero no puede contentarse con lo que es
simple – sólo la Eternidad puede. Vuestro Espíritu de Verdad, vuestro
Impersonal, vuestro Espíritu del Sol, el Coro de los Ángeles, todo lo que os
fue transmitido desde hace muchos años, encuentra hoy un cumplimiento natural y
espontáneo de las gracias del Amor y de la Vida. Una vez más, que estéis
afectados en vuestra carne, en vuestras emociones, en vuestros pensamientos, en
vuestra vida, esto se aleja de vosotros en cuanto os volvéis hacia el Amor –
que está en vosotros antes de ser manifestado en la tierra por las Trompetas,
por Cristo, por mi Llamada y por las tribulaciones que la tierra empieza a
vivir desde hace algunos meses. Todo esto pasa y pasará, sólo el Amor permanecerá.
Entonces,
como hermana humana, os invito a ir cada vez más profundamente en vosotros,
hacia este amor que sólo pide emerger a pesar de todo lo que podréis nombrar como
karma, herida, o sufrimiento, sea cual sea su naturaleza. Giraos hacia vosotros
mismos, no como persona por supuesto, sino hacia vuestra eternidad, vuestro
espíritu, ahí donde late vuestro corazón. Todo está ahí, absolutamente todo, no
falta nada, y de manera cada vez más visible a vuestra conciencia, a vuestros
ojos, a vuestros sentidos. Todo lo demás, sea cual sea vuestra dosis de
sufrimiento o de incomodidad, sólo pasa y pasará cuanto más rápido aceptéis lo
que sois, este Espíritu de Verdad, esta pureza de amor al cual no le importa
las máscaras sociales, las máscaras de la apariencia, de vuestras condiciones
físicas, de vuestra condición familiar, que no depende de nada y que sin
embargo actúa sobre todo con la misma ecuanimidad.
Haced
lo mismo en vuestra conciencia, conformaos al modelo que queréis, que sea Cristo,
que sea Buda, que sea yo, que sea Krishna o que sea el nombre que queráis, no
tiene ninguna importancia, es vuestra última muleta. Ha llegado ahora el
momento de andar y de afrontar lo que sois en verdad.
Cada
día y cada noche traerá a cada uno de vosotros, según vuestros modos de
comunicación, diría yo, lo que es útil para acercaros cada vez más a la
sencillez de vuestro corazón, a la sencillez del Amor, a la sencillez de la
Verdad. No necesitáis ni emociones, ni comprensión, sólo necesitáis estar ahí, yendo
a vuestras ocupaciones, las que sean, en el mismo estado de oración interior y
de silencio. Si así lo hacéis, las gracias os inundarán de un modo a menudo
sorprendente y nuevo para cada uno de vosotros, dándoos a ver la Verdad que sostiene
la apariencia de este mundo, la apariencia de las ataduras, la apariencia de
los errores de esta humanidad privada de su divinidad.
Se
acaba por fin. Con vosotros, cantamos ahora unas loas, para que mi Llamada se
traduzca en cierto modo por una intensidad más grande de conversión a la verdad
del corazón, si puedo decirlo así. Las creencias, como lo veis, unas tras otras
se deshacen, dejándoos al desnudo, a veces sin referencias, sin siquiera poder apoyaros
en la Luz – aparentemente –, ni en las religiones, ni en la familia, ni en nada
de nada. Todo esto sólo es una invitación a ir hacia vosotros con ligereza, con
plenitud y con gracia. Para ello, por supuesto, todo lo que atañe a vuestra persona,
a la personalidad, finalmente a vuestra historia en el seno de este efímero,
debe pasar realmente y concretamente a un segundo plano, no por ningún esfuerzo
de voluntad sino simplemente por la gracia del Amor.
Poned
el Amor delante en cualquier cosa, poned la Luz, dejad que la Luz sea. Es lo que
sois, no os necesita, necesita vuestro ser profundo, vuestro ser eterno, el que
se reconoce en mí, en Cristo, como en cualquier sabio y en cualquier santo.
Volveos como niños, vivid el instante presente. Estad alertas y atentos, no
para comprender, no para rechazar, no para solucionar, sino más bien para ser cada
vez más vosotros mismos, si puedo decirlo así, acaparados por vuestra
eternidad. Vuestro efímero seguirá hasta mi Llamada, con felicidad, con
elegancia y con facilidad, en el momento en que os apoyéis sobre vuestro
corazón y vuestra eternidad, y sobre nada más.
Amad,
amad cada circunstancia de vuestra vida, cada encuentro, con una intensidad, si
puedo decirlo así, multiplicada con relación a lo que habéis vivido con las
vibraciones, con vuestra supraconciencia, porque ahí, ahora, tocáis el Corazón
del Corazón – es decir el Espíritu – al que no le importa las vibraciones, al que
no le importa lo que pasa, al que no le importa la mismísima Ascensión, ya que
el Espíritu se revela. El mismo se ha revelado a sí mismo y entonces ha
ascensionado en sí mismo.
Si
adoptáis estos preceptos, cada día de vuestra vida, cada aliento de vuestra
vida se llenará cada vez más de Alegría, de Ligereza, de Evidencia. Incluso las
problemáticas por resolver en vuestra carne o en vuestra cabeza, ya no tendrán
la misma importancia, ni tampoco la misma densidad. Os volveréis entonces cada
vez más ligeros. No busquéis ninguna solución, no busquéis ninguna explicación,
no os apoyéis más en ninguna creencia sino volveos la roca eterna de vuestro
Corazón del Corazón, en el Amor y en la Gracia.
Os
es accesible sin ninguna condición de vibración, sin ninguna condición de
karma, sin ninguna condición de creencia. Sed espontáneos y sed verdaderos,
dejad que hable la Luz, incluso a través de vuestras palabras. No reflexionad
sobre nada, dejad que la espontaneidad y la Gracia os invadan más allá de cualquier
saturación y límite. No hay nada más que hacer. Por supuesto que los pueblos de
la naturaleza están siempre a vuestra disposición, por supuesto que cada una de
vuestras relaciones, cada una de vuestras afecciones está allí para enseñároslo.
Hasta vuestros enemigos, en todo caso aquellos que podríais considerar como unos
enemigos opuestos a vuestra gracia, sólo están allí para afirmaros en la Gracia
y para nada más.
Las
circunstancias de este mundo, a nivel individual y colectivo, como tal vez os
habéis percatado, están cambiando por completo. La superposición de la
Eternidad y del efímero pone fin al efímero, al vuestro como al de cualquier
leyenda o de cualquier historia, como de cualquier creencia. Ser uno mismo, es
por supuesto ser humilde, es por supuesto ser transparente. Es sobre todo ya no
estar más apegado, ni enganchado por ningún elemento de vuestra historia, por ningún
sufrimiento de este cuerpo o ninguna dificultad en la relación que sea. Si
tenéis la inteligencia – totalmente humana – de poner el Amor delante, entonces
la Inteligencia del corazón se desvelará con mucha majestad porque habéis soltado
lo que os tenía atados.
Ha
llegado el tiempo de la Resurrección, haciéndoos decir sobre vuestra cruz, sea
cual sea: « Padre, deposito mi espíritu entre tus manos ». Ahí está la Resurrección,
ahí está la Ascensión, ahí está la Asunción y ahí está la Libertad. Aparte de
esto, como lo veis en la sociedad, dondequiera que estéis en este mundo, las
libertades personales e individuales se reducen. Esto es normal porque
representa las fuerzas de resistencia que todavía subsisten cuando algo se
muere y el recién nacido todavía no ha nacido, y el nacimiento se hace con más
o menos evidencia para cada uno de vosotros.
Acordaos
sólo de esto de lo que dije en este día. El Amor es simple, la Gracia abunda en
el momento en que vuestra persona, vuestra apariencia no está al frente de la
escena. Hoy, la vida os llama a salir de múltiples maneras y de múltiples formas
del juego de la apariencia de vuestra persona, inscrita entre el nacimiento y
la muerte, con el fin de vivir vuestra eternidad y decir finalmente, como
Cristo: « Estoy vivo, he renacido de nuevo, he resucitado. ».
Sean
cuales sean las manifestaciones de vuestro mundo como de vuestro cuerpo, no lo
veáis como una anomalía, una enfermedad o una resistencia, sino simplemente como
la iluminación de la Luz que a veces viene para alumbrar violentamente lo que
puede quedar en vosotros de creencia, de efímero, o de bloqueos, como decís.
Todo esto sólo son unos juegos que no son nada ante vuestra eternidad.
El
tiempo de mi Llamada ha llegado, y los cuatro meses y medio que os separan del
final de este año van a ser, para el conjunto de la tierra, extremadamente movidos,
y es alrededor de lo que se remueve y lo que se mueve y lo que cambia, lo que
se disuelve, que la serenidad del corazón podrá encontrarse con más facilidad.
Experimentadlo. ¿Qué riesgo hay?, ¿qué tenéis que perder cuando todo os es dado
con abundancia y gracia?
Olvidad
los rencores y los odios, olvidad las heridas, olvidad el futuro porque no hay ningún
futuro, sólo está la Eternidad. Aquellos
de vosotros que todavía creen en la emergencia de un nuevo mundo aquí mismo, en
esta dimensión, deben ahora ver la evidencia de que este mundo no tiene ninguna
supervivencia posible. Cada día os lo demuestra, que sea para vuestro cuerpo,
que envejece o que acaba de nacer, que sea para la sociedad, que sea
tradicional, primitiva o liberal, como decís. No hay ninguna solución en esto.
La verdadera solución está en vosotros, entonces dejad que esta solución Una –
la única verdad – aparezca ante vuestra mirada maravillada.
Rezad
cada minuto; no necesitáis ninguna palabra, no necesitáis apelar a nada que estuviera
al exterior vuestro ya que todo está en vosotros, os lo hemos repetido tantas
veces. Os incumbe averiguarlo, os incumbe estableceros en esta Morada de Paz Suprema
donde ninguna herida pueda afectar lo que sois en este mundo. Ahí está vuestra
eternidad.
…Silencio…
Invito
pues, en este día de Asunción, el conjunto de mis hijos y el conjunto de la
vida en la tierra a la rendición a la Luz, a la rendición al Amor. Sean cuales
sean vuestros miedos, el Amor siempre es más grande que el más grande de los
miedos. Averiguadlo en vuestro cuerpo, averiguadlo en cada ocasión – ahí está
la verdadera oración.
Vuestro
único alimento se volverá muy pronto lo que sois en verdad y en eternidad. Ya
es el caso, lo sé, para muchos de mis hijos que ven sus costumbres anteriores
desaparecer, que ven sus últimas creencias desmoronarse. No veáis la herida, de
hecho ellos no ven la herida, ven simplemente el establecimiento de la gracia
del Amor.
…Silencio…
Nuestras
manifestaciones, que sean las de la Confederación Intergaláctica de los Mundos
Libres, que sean de los pueblos de la naturaleza, que sean también entre vosotros
y un hermano o una hermana, es la misma cosa. El Amor sólo pide tomar todo el
sitio; ninguna apariencia se sostiene ante el Amor. Ahí está vuestro
salvoconducto y será no sólo cada vez más evidente sino que diría, en cierto
modo, cada vez más esencial y vital. Sois el Espíritu, sois el Amor, sois la
Luz que tomó un cuerpo como vehículo. Sólo la Eternidad puede satisfacer todas vuestras
heridas, todas vuestras historias y todas vuestras dudas. Entonces ahora no
vaciléis y adentraros en esta oración perpetua del corazón, ahí está el Amor y
en ninguna otra parte.
…Silencio…
Así
que he venido a invitaros a comulgar con vosotros mismos y en vosotros mismos,
aquí mismo, sean cuales sean las aportaciones de las demás dimensiones, sean
cuales sean las revelaciones que hayáis vivido, sean cuales sean los encuentros
que hayáis tenido en un plano físico o sutil, sean cuales sean vuestras
expansiones de conciencia. Dejad que la alegría sea lo que sois, ahí donde no hay
más sed, ahí donde no hay más preguntas, ahí donde no hay más interrogaciones,
ahí donde no hay ni tiempo ni espacio, ahí donde está el Amor desnudo que sois.
Ahí
está vuestro único alimento y la única cosa esencial durante estos tiempos turbios
de la Tierra – que van a intensificarse, no lo oculto, en una escala mucho más grande
que lo que fue vivido hasta ahora. Todo esto forma parte del establecimiento
del reino del Amor, del reino de los mil años, en otro estado, en otra forma y
en otra libertad, que no tiene nada que ver con la libertad que habéis podido
ver en la estructura social de este mundo. Redescubrid la libertad, no la de
actuar como queráis en este mundo, sino la de ser vosotros mismos en cada aliento
y en cada minuto, en cada mañana como en cada noche. Ahí está la única manera
de volveros, vosotros mismos, este hijo ardiente del sol, este KI-RIS-TI, este
Cristo resucitado.
…Silencio…
Permitidme
a mí también, como Madre de la humanidad, de estar presente a vuestros lados en
el momento en que entráis en vosotros. Hasta diría que no hace falta ya
percibir nuestras presencias, percibir el Canal Marial, percibir vuestros chacras
o los nuevos cuerpos, o las Estrellas y las Puertas. Una conciencia desnuda
está allí, os espera, no depende de ninguna manifestación exterior – ni
siquiera de la Luz–, sino que es la mismísima Luz, lo que sois.
Así
que cada día y a cada instante todos nosotros estamos en vosotros, presentes a vuestros
lados y en vosotros. Ya no estamos simplemente en relación o en comunión, ya no
estamos solamente en fusión – como durante los mecanismos de conciencia que tal
vez habéis podido vivir –, sino que es la instalación del reino del Amor, que
no depende de ninguna circunstancia, ni de ningún estado anterior.
Así
viviréis el estado de Gracia y el abandono a la Gracia sin dificultad, sin
necesidad de aislaros, sin necesidad de huir de la circunstancia que sea, que
ésta ataña a vuestro cuerpo, a vuestras relaciones, a vuestra pareja, a vuestra
trabajo. Es en esto que vosotros mismos estáis en vuestra eternidad, que no
depende de ninguna circunstancia ni de nada más, sólo del Amor que sois.
Permitidme,
queridos hijos, estéis donde estéis en la tierra, en el momento en que leáis o
escuchéis lo que acabo de decir, de bendeciros ahora, estéis donde estéis.
Después de escucharme, después de haberme leído, cerrad vuestros ojos y entrad
en vosotros. No os apeguéis a nada de lo que pasa, que sea una emoción, un
pensamiento, una vibración, una energía, estad simplemente ahí. Sed el
receptáculo de la Luz, sed el vaso sagrado que se llena y que se descubre a sí
mismo como Luz.
Os
doy mi bendición eterna e infinita.
Os
doy lo que sois, en Amor y en Verdad, en Espíritu.
Así,
de corazón a corazón, cada uno de vosotros es apto para realizar la misma cosa,
cruzándose con un desconocido en la calle, teniendo el problema que sea. Estad
en alegría y en verdad. No reaccionéis, no calculéis nada, sed vosotros mismos
cada vez más a menudo, cada vez más fácilmente y con una evidencia cada día más
grande. Todo está ahí, todo lo demás sólo pasa.
Os
amo, os abrazo contra mi corazón a cada uno de vosotros, mi corazón que es vuestro
corazón.
Lo
que fue mi carne es hoy vuestra carne. Lo que es mi espíritu es vuestro espíritu,
de toda eternidad. Todo está ahí, todo está en vosotros. ¿Lo aceptáis?
Averiguadlo por vosotros mismos, no lo creáis. Os amo y os bendigo, estéis
donde estéis, el día que sea cuando leáis o escuchéis lo que acabo de decir. No
hay nada nuevo, lo veis. Por supuesto que muchos acontecimientos interiores se
han producido, que os llevaron hasta el Sí, hasta el Absoluto, hasta el
Impersonal. Hoy no hay más etapas, el conjunto de las Obras se han realizado,
el conjunto de las Bodas se han realizado. Sólo queda poneros a prueba a vosotros
mismos y a estableceros en vuestra eternidad.
De
corazón a corazón, que la Gracia y Cristo os acompañen en cada minuto y en cada
segundo. Os amo.
Adiós.